lunes, 27 de octubre de 2008

Published 6:33:00 p.m. by with 1 comment

Un aquelarre con brujas de verdad...

 En las cercanías del tan foráneo Halloween me viene a la mente que, años ha en un 31 de Octubre, tuve que ir a fotografiar un aquelarre en el cual sólo participaban mujeres.
 Llegué cerca del anochecer, a una estrecha callejuela donde se alzaba una casona blanca. Una alta puerta daba a un angosto pasillo, a la izquierda muchas puertas que pertenecían a sendas habitaciones.
 Entré a la primera de estas: Había unas 25 mujeres sentadas sobre coloridos cojines, todas contentas, todas hablando. Me llamó la atención que cuatro de ellas eran ciegas.
 No me sentía incómodo de ser el único varón. (Traté de aplicar lo que nos enseñaban en los Seminarios de Kodak: “El fotógrafo NO es el protagonista”).
 Después de un largo rato de permanecer en lo que semejaba una alegre reunión social, las participantes salieron por el largo pasillo, pasamos frente a unas oficinas, llegamos a un comedor. Una alba puerta daba a un sitio, con arbustos y un pequeño bosque. Eran cerca de las 20.00 Hrs. Entre los árboles, una pequeña hoguera donde en una especie de caldero humeaba un tinto vino con cáscaras de naranja. Las mujeres ahora lucían unos negros y puntiagudos sombreros. Dos de las ciegas revolvían el vino que nos envolvía con un cálido y tentador aroma. Las demás observaban.
Pasado un lato y silencioso instante, tomé algunas fotografías. Ya no llamaba la atención de las presentes. Un viento suave mecía las ramas de los árboles. Se escuchaba el graznido de algunas aves nocturnas. Había luna llena.
 De improviso, la calma se alteró, una de las mujeres gritó: “¡Soy bruja!”, mientras las ciegas revolvían el vino con más ímpetu. De a poco se fueron sumando otras voces, hasta que en coro repetían: “¡Soy bruja. Soy bruja!” Estaba fascinado por la expresión de sus rostros.
 Y de repente, un trueno, seguido de un relámpago que surcó la noche. Y se multiplicaron. Comenzó una copiosa lluvia de primavera. Las oficiantes reían con alborozo. Era una experiencia de catarsis total.
 Por respeto, guardé la cámara en mi bolso. Y, en mi corazón, la imagen de lo que había presenciado. Me marché lentamente y en silencio.
 Ahora, cerca de un año más de esa fecha, vino a mi memoria el recuerdo de tan inolvidable experiencia y quise compartirla con ustedes.
    email this       edit

1 comments:

Anónimo dijo...

ME ENCANTÓ TU EXPERIENCIA