Texto escrito por ORESTE PLATH:
El “roto” se hizo “milico” en la batalla de Yungay, el 20 de enero de 1839. Esta batalla se dio con ejércitos reclutados entre los “descamisados”, sin preparación militar, sin uniformes, a base de puro corazón. El triunfo de Yungay es el del “patipelado”, el del pueblo descalzo. Indudablemente, constituyó la exaltación del “roto”; aquí se lució, mostró sus condiciones, su fiereza para pelear; de ahí que el 20 de enero sea el día del ROTO CHILENO, en cuyo monumento se lee: “Chile agradecido de sus hijos por sus virtudes cívicas y guerreras”.
“Rotos milicos” fueron aquellos que integraron los batallones “Atacama”, “Coquimbo” y “Lautaro”. “Rotos milicos” fueron los que pelearon a “combo limpio” o a “corvo pelao”. Y “rotos milicos” son las cantineras, las vivanderas que lucharon corno hombres sin dejar de ser mujeres.
Lucharon codo a codo con los soldados, las “chinas” María Quiteria Ramírez, apodada María la Grande; Dolores Rodríguez; Leonor Solar, La Leona, cantinera del 2° de Línea, cuyo cadáver quedó mutilado en el campo de Tarapacá; Rosa González; Manuela Peña; mientras ella vestía de cantinera, su hijo Nicolás Rojas, de catorce años, terciaba el tambor; Susana Montenegro; Juana Soto; Irene Morales, verdadera Monja Alférez, que se batió en la batalla de Tacna con furia de leona, y la Sargenta Candelaria.
Y “rotos milicos” son, actualmente los que se agigantan en la Parada Militar del 19 de septiembre y “sacan pecho” y casi se “rajan” marchando para demostrar disciplina y espíritu militar.
El “congrio” quiere a su bandera, la llama “porotera”, le sustenta su heroísmo y por ella muere; el “pelao” sabe muy bien que la bandera de Chile no se rinde.
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