Ayer miré hacia lo alto del cerro San Cristobal y me encontré con esta escena que fotografié. A la izquierda de la imagen se aprecia una rayita blanca que corresponde a la estatua de la vírgen que, imagino, desde esa cima vigila y protege a los habitantes de nuestra ciudad capital.
Después de leer decenas de cartas al Director en nuestra prensa local, donde se polemiza acerca del tamaño y ubicación de una estatua del Papa Juan Pablo Segundo, no he visto ninguna que se refiera a la desmedrada situación de esta obra, que estuvo majestuosa y solitaria durante años y ahora desluce, casi totalmente opacada, por las gigantescas antenas vecinas.
Como no salgo de noche, no he podido saber si es verdad que, para destacarla, se implementó un sistemas de luces de colores tipo discoteque, que llaman la atención hacia la blanca figura.
De inmediato me vino a la memoria el Cristo del Corcovado. No se si nuestros queridos hermanos cariocas habrían permitido tan tamaña agresión visual.
Cuando pasen frente al cerro San Cristobal, echen una miradita y...¡Envíenme su importante opinión al respecto!
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