La limpieza del sensor para un fotógrafo habitual debería ser un proceso con el que estuvieramos tan familiarizados como con el cambio de un objetivo por otro.
Hay quien dice incluso que debería hacerse una limpieza cada 15 días. Si uno no fotografía a cada rato, pudiera ser excesivo.
El sensor es una parte delicada de la cámara que, queramos o no, al final está expuesta a la suciedad. Cada vez que cambiamos el objetivo estamos corriendo el riesgo de que se cuele polvo o partículas no deseadas en él.
Si disponemos de un cielo despejado, simplemente tenemos que coger nuestra cámara, cerrar el diafragma (utilizando un número "f " alto, 22 o mayor), enfocar al infinito y hacer unas fotos al cielo.
Para poder enfocar al infinito probablemente tengas que poner la cámara en modo de enfoque manual y realizar el enfoque con el objetivo.
Al hacer la foto de un cielo azul deberíamos obtener una foto de un tono (casi) uniforme. Si el sensor está sucio, al revisar la fotografía en nuestra pantalla podremos ver algún que otro punto oscuro.
Ahora ya depende de tu grado de exigencia decidir si el sensor necesita una limpieza.
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