La dorada luz de la mañana se cuela entre los venerables y frondosos árboles de la Plaza de Armas de Santiago de Chile.
En esos días era posible disfrutar de la paz y la sombra que en el 2000 fueron erradicadas por unas palmeras centenarias que fueron removidas de su sitio de origen y malamente transplantadas en la ciudad capital.
Ya han sido 2 que se han venido a pique sobre el duro cemento de la Plaza. Afortunadamente sin desgracias que lamentar. Quedan 25 de las 27 originales. Se presume que por razones de seguridad, todas serían arrancadas para prevenir accidentes.
Ojalá, la imagen de la fotografía vuelva a ser permanente. Y que la luz del sol, que hoy cae con fuerza sobre los ciudadanos que descansan, laboran o transitan por ese paraje, sea amortiguada por las antiguas sombras y el canto de los pájaros...