Al norte de Santiago de Chile, este edificio
no desentona en medio del paisaje.
Las quietas aguas que le circundan reflejan la belleza de su diseño.
En estos días de intensos calores veraniegos,
es deleitarse con un oásis.
Se reafirma la esencia y sensibilidad de su creador.
Ante tantas moles de cemento y fierro, cubiertas con cristales.
Que son mas bien signos de lucro y de ostentación.
Que desarmonizan en entornos de concreto.
Minimizando a los seres humanos.
Elementos así, con tan exageradas diferencias,
causan a la larga estallidos sociales dificiles de contener.
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