Estar en Buenos Aires y evitar fotografiar el Obelisco es casi imposible. Pasé varias veces frente a él, cámara en mano. Más, siempre había algo que entorpecía la posibilidad de una imagen limpia. La primera vez, había un bus estacionado, en otras ocasiones las personas y el tránsito también interferían. Incluso un semáforo aéreo tapaba parte de la escena. En la mañana en que me aprestaba a retornar a Chile, paso nuevamente y veo todo dispuesto para tomar la fotografía ideal. Sin embargo, para ello, había que ponerse justo al medio de la ancha avenida 9 de Julio. Y lo hice, tomé la imagen y me percato que una oleada inmensa de vehículos venía incontenible hacia mí. Yo, que me desplazo ayudado por un bastón, batí un record de velocidad para alcanzar una zona segura en la acera más próxima. No me detuve a mirar la expresión de los conductores que tuvieron la oportunidad de ver ese verdadero milagro frente al Obelisco. Comparto con ustedes la que pudo haber sido mi última fotografía.