Recuerdo cuando en la serie "Kung Fú" el protagonista refiriéndose a quienes con fuego arrasaban pastizales, decía: "Le llaman maleza, por que no saben para que sirve". Y así me encontré con esta planta. Un atardecer de verano en El Quisco. En un sitio eriazo. Me fascinó la magia de sus pétalos. Y decidí intentar reproducirla para llevarla a mi casa. Saqué un ejemplar pequeñito, con raices y pequeñas hojas verdes. La puse en un tarrito en una zona de semisombra. Y se dio bien. Llegando a mi hogar, le di un pequeño espacio en el patio trasero. ¡Y se multiplicó en forma increíble! Comencé a darme cuenta que le importaba un comino que hubiese plantas o arbustos no tan silvestres. Cuando decidí ponerle límites sacando unas cuantas matas, me percaté que sus verdes hojas dejaban un mal olor en mis manos y en el aire. Y que eran caldo de cultivo de insidiosos pulgones. Las dejé un tiempo sin regar. ¡Y crecieron mas que nunca! E invadieron los espacios donde aún quedaban algunos ejemplares del jardín original. Hoy, temprano, saqué mi cámara y fotografié sus flores. Al menos me sirve para compartir con ustedes su silvestre belleza y la historia que acabo de narrarles...
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