domingo, 31 de enero de 2010
Mar, Naturaleza, Paz, soledad
jueves, 28 de enero de 2010
Me sorprendió ver a un conocido cirujano plástico que aparecía en un programa de TV.
Le pregunté: "Doctor ¿Que anda haciendo por aquí?". Respondió sonriendo: "Ando viendo gente".
Y me contó que había estado meses especializándose en una ciudad norteamericana. Terminaba la jornada y se dirigía en automóvil a su solitaria residencia. En el trayecto sólo veía vehículos y no personas. Llevaba mucho tiempo sin ver seres de verdad.
A su regreso a Chile, lo primero que hizo fue ir a la Plaza donde le encontré.
Eso mismo parece suceder en algunos sitios de veraneo.
Cuando adulto no me explicaba por qué algunos turistas elegían zonas con gran densidad de visitantes. Más, al convertirme en adulto mayor, me di cuenta que muchas personas viven solitarias, encerrados en sus hogares, viendo Tv o frente al computador. Y, llegados estos días de Sol, es su alegría para todo el año ir a lugares donde hay muchedumbres. No importando las incomodidades que puedan presentarse. Es llenarse la mente de colores, olores, figuras, sonidos. Es una forma de volver a sentirse vivo.
Ahora que comprendo el por qué, ya no me molesta y gozo, como otros, de esta renovadora experiencia del existir.
miércoles, 20 de enero de 2010
“Rotos milicos” fueron aquellos que integraron los batallones “Atacama”, “Coquimbo” y “Lautaro”. “Rotos milicos” fueron los que pelearon a “combo limpio” o a “corvo pelao”. Y “rotos milicos” son las cantineras, las vivanderas que lucharon corno hombres sin dejar de ser mujeres.
Lucharon codo a codo con los soldados, las “chinas” María Quiteria Ramírez, apodada María la Grande; Dolores Rodríguez; Leonor Solar, La Leona, cantinera del 2° de Línea, cuyo cadáver quedó mutilado en el campo de Tarapacá; Rosa González; Manuela Peña; mientras ella vestía de cantinera, su hijo Nicolás Rojas, de catorce años, terciaba el tambor; Susana Montenegro; Juana Soto; Irene Morales, verdadera Monja Alférez, que se batió en la batalla de Tacna con furia de leona, y la Sargenta Candelaria.
Y “rotos milicos” son, actualmente los que se agigantan en la Parada Militar del 19 de septiembre y “sacan pecho” y casi se “rajan” marchando para demostrar disciplina y espíritu militar.
El “congrio” quiere a su bandera, la llama “porotera”, le sustenta su heroísmo y por ella muere; el “pelao” sabe muy bien que la bandera de Chile no se rinde.
sábado, 9 de enero de 2010
miércoles, 6 de enero de 2010
Esta fotografía tiene sus años. Es de los tiempos en que no había rejas, guardias, policías. Y, en vez de delincuentes, macheteros o personas que te hostigan buscando engañarte "leyendo la suerte", se veía a escolares copiando la famosa carta esculpida en la roca y, además, muchas parejas en distintas etapas del proceso de enamoramiento.
E incluso, el agua que tan limpia fluye desde las fuentes, no sabía que sería privatizada.
Eran tiempos de inocencia. Tan raros tiempos que, a los ciudadanos que participaban en la política, les interesaba de verdad servir a los ciudadanos y a su país. Si buscan ejemplos en nuestra historia, se asombrarán que el mismo que se preocupó de transformar lo que era un cerro sin gracia en una maravilla verde para goce y deleite de los santiaguinos y provincianos, consumió casi toda su fortuna en este y otros empeños altruistas.
Si comparamos con el presente en que se exterminan cientos de árboles para reemplazarlos por unas moles de cemento, acero y vidrio. Sentándose totalmente en el impacto medioambiental. Algunos con tanta patudez que, para llenar mas sus insaciables arcas tipo Rico McPato, le piden al Estado que solucione los problemas viales inherentes, haciéndole gratis nuevas carreteras, puentes, túneles y hasta una estación de Metro a la puerta misma de sus construcciones. Caras de palo que no aportan en lo más mínimo al crecimiento espiritual de una nación.
Por eso, esta fotografía es un tesoro. Porque simboliza ideales, sueños y logros hechos con amorosa transparencia. Y que, Dios así lo quiera, ruego que algún día podamos revivirlos.
Que vuelvan los días en que no nos ofrezcan más carabineros en nuestros barrios enrejados, sino que nos ofrezcan el poder salir a caminar sin temores. Dejar nuestras puertas entreabiertas con la total confianza y seguridad de que al regreso, todo estará en su lugar.
Ojala aprendiéramos desde la cuna que, lo que sembramos es lo que vamos a cosechar. Si sembramos valores, amor, respeto, rectitud, no vamos a tener necesidad de electrificar nuestros muros. Podremos mirar las flores de nuestro jardín a través de visillos transparentes, en vez de cortinajes tupidos protegidos por barrotes.
Un amigo me decía que sabía el nombre de muchas personas de los lugares más increíbles del planeta, pero, que ignoraba el nombre de quienes vivían al lado de su casa.
Pensaba mostrar esta fotografía, y escribir algo acerca de la refrescante agua de las fuentes, pero, mi corazón me llevó hacia otras latitudes.
¡Me gustaría tanto saber que opinan ustedes de lo que acabo de contarles!
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