Esta imagen la logré hace un par de días. A la izquierda del escenario del Teatro Camino, un rayo de luz bajaba desde lo alto, rebotando en el piso de madera. Pedí a Héctor tomar una silla y sentarse en ese lugar.
Y resultó la imagen que ustedes pueden ver: La luz del sol reflejada en sus brazos y su rostro en semioscuridad. Una fotografía diferente y sólo con iluminación ambiental natural.
Si hilamos mas fino, vemos que la mirada del actor va hacia una zona oscura de la fotografía. En las horas de función teatral es ocupada por los espectadores. Decenas de ojos, oídos y mentes analizan cada movimiento en el escenario. Y ese análisis de personas invisibles puede llevar al actor a la gloria mas sublime y luminosa o bien llevarlo al abismo mas oscuro.
Y, para bien de las artes, Héctor sigue saliendo airoso.
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